(Sputnik / elcomunista.net) - América Latina va a contracorriente. Mientras que varias ciudades estadounidenses prohibieron la vigilancia mediante reconocimiento facial —y que Microsoft, Amazon e IBM dejaron de vender esa tecnología a las policías—, los Gobiernos latinoamericanos apuestan por ella como solución a los problemas de seguridad. Pero ¿es más beneficiosa que dañina?
A pesar de la pandemia de COVID-19 en América Latina, durante la segunda mitad del 2020 los Gobiernos se las arreglaron para aumentar sus capacidades de vigilancia mediante tecnologías de reconocimiento facial e ir a contracorriente del norte del continente.
Se trata de una tecnología «altamente intrusiva», que «obliga la recolección y almacenamiento de un dato sumamente íntimo, como es nuestro rostro», junto a otros datos biométricos, se explica en el proyecto Reconocimiento Facial.Info que llevan adelante varias organizaciones sociales latinoamericanas.
Los datos biométricos son particularmente delicados: a diferencia de otros datos como la dirección o el nombre, no se pueden cambiar fácilmente. Son datos que remiten al cuerpo como signo identificador, desde el rostro y la huella dactilar, hasta la voz y forma de andar.
En América Latina y el mundo, los Gobiernos implementan estas tecnologías principalmente bajo la premisa que que servirá para prevenir delitos y capturar a personas en conflicto con la ley.
Pero ahora también alegan que es necesaria para controlar la posibilidad de contagios de COVID-19 y cuarentenas en las ciudades, y para fiscalizar el tránsito entre países. Pues ya se utilizan tecnologías que son capaces de reconocer a personas con barbijo - Leer màs