Según varios obsevadores, el encuentro del 16 de junio de 2021 entre Joe Biden y Vladimir Putin podría significar el fin de las hostilidades... si la administración Biden finalmente contiene a sus tropas.
Las potencias de Europa occidental tendrán que pagar la factura mientras que China se ve confirmada en su estatus de socio de Rusia.
La Tercera Guerra Mundial que tuvo lugar en Siria, con la participación de 119 países, terminó con la victoria de Siria, Irán y Rusia y la derrota militar de los 116 países occidentales y aliados de EEUU que se implicaron en ese conflicto.
Para los vencidos, ha llegado el momento de reconocer sus crímenes y de pagar por los daños humanos y materiales que provocaron con sus actos -al menos 400 000 muertos y daños a la infraestructura siria que se elevan a unos 300 000 millones de dólares.
A esas cifras habría que agregar costos por 100 000 millones de dólares en armamento ruso.
Pero las potencias occidentales no vivieron esa guerra en sus propios territorios. Tampoco sufrieron en carne propia las consecuencias de batallas en las que participaron fundamentalmente a través de intermediarios -los «yihadistas» utilizados como carne de cañón.
Por esa razón, las potencias occidentales, a pesar de haber sido derrotadas, han conservado casi intacto su poderío [militar y mediático]. EEUU sigue estando, junto con Reino Unido y Francia, al frente de una poderosa fuerza de disuasión nuclear.
Por lo tanto, el nuevo orden mundial no debe simplemente integrar a la primera potencia económica mundial -China-, que se mantuvo neutral durante la guerra, sino que también tendrá que evitar arrinconar a los perdedores, no empujarlos a la desesperación.
Eso resulta especialmente difícil dado el hecho que las opiniones públicas de las potencias occidentales no están conscientes de la derrota militar infligida a sus países y siguen viéndose como vencedores.
Es por eso que Rusia ha optado por percibir compensaciones de guerra sin presentarlas como tales, por no estrangular militarmente a la OTAN y evitar la difusión pública de sus decisiones.