Están dispuestos a provocar un baño de sangre antes que ceder, incluso van a hacer lo imposible por evitar una derrota electoral en mayo de 2022.
En el ajedrez geopolítico latinoamericano, el Caribe es el mare nostrum del imperio, allí donde no puede admitir ninguna oposición, ni naciones que salgan de su control. Ya se le escaparon dos (Cuba y Venezuela), y no puede admitir una tercera, porque aceleraría su ya importante declive como superpotencia.
El más importante geoestratega estadounidense del siglo pasado, Nicholas Spykman, defendía una América mediterránea que incluye México, América Central y el Caribe, además de Colombia y Venezuela, que debe ser una zona en que la supremacía de EEUU no puede ser cuestionada, como señala en su obra America’s Strategy in Politics, citada por el brasileño José Luis Fiori (enlace).
Sin Colombia, la estrategia del Pentágono y del Comando Sur queda huérfana de puntos de apoyo, se desvanece.
Colombia es el único país sudamericano que cuenta con salida al Pacífico y al Caribe, además de ser la bisagra para el control de las estratégicas regiones andina y amazónica.
La hipótesis con que debemos trabajar, es que EEUU apoyará al narcogobierno de Iván Duque, más allá de alguna reprimenda menor por las ostensibles violaciones a los DDHH.
Lo que está en juego es tan importante que se pueden pasar por alto los atropellos, del mismo modo que se hace la vista gorda ante la violencia israelí en la franja de Gaza, ante el terrorismo apoyado por Occidente en Siria o ante la brutalidad de la monarquía saudí en Yemen.
La oligarquía colombiana es la más rancia y vetusta del continente. Nació de la derrota del proyecto de Simón Bolívar en los albores de la nueva república, se afianzó a punta de bala y metralla, y tuvo dos momentos clave que explican su continuidad ante los avances populares - Leer màs