Haití fue el segundo país independiente del continente americano, después de EEUU, que la había proclamado en 1776, pero el hecho tuvo un alcance social y político más profundo en la isla caribeña que en Norteamérica.
El surgimiento de Haití como Estado nación es un producto diáfano de un proceso de revolución social: la lucha por la libertad contra el modo de producción esclavista del sistema de plantaciones y contra toda forma de racismo.
Justamente por eso la historiografía liberal hispanoamericana ha procurado ignorar la independencia y la revolución haitiana porque lo que más han temido, desde entonces y hasta ahora,
es que los
sentimientos, las aspiraciones y los métodos que movieron a los sectores
sociales más explotados, oprimidos y discriminados de la isla de
Saint-Domingue se contagiaran a las clases populares del resto del
continente - Leer texto completo [PDF]