El pasado 6 de enero quedará en la historia como el día del asalto al Capitolio. El día en que desde las profundidades de la sociedad norteamericana emergió una fuerza social de ribetes dantescos que puso en vilo a las instituciones de la democracia liberal e incrementó el ritmo de declinación de los EEUU.
Desde semanas antes y por iniciativa de Donald Trump se convocaba a converger el 6 de enero sobre Washington DF para impedir el “robo electoral” que se estaría gestando y que el presidente denunciara sin prueba alguna, incluso sumó sospechas de fraude durante la campaña.
Su llamado a revertir los resultados electorales, llegando a presionar al vicepresidente Mike Pence para que desestimara algunos resultados estaduales y así evitar el triunfo demócrata, fue acompañado nada menos que por 100 diputados y 8 senadores republicanos.
Los resultados en Georgia, estado clave que proporcionó a los demócratas dos senadores con los que dominaran totalmente el parlamento y el momento en que se debía cumplir el formalismo administrativo de ratificar los resultados del 3 de noviembre pasado, fueron el detonante para que los miles de seguidores de Trump que rodeaban el parlamento se lanzaran a tomarlo por asalto - Leer texto completo