[Sputnik / elcomunista.net] - La esperanza suscitada hace diez años por la llamada ‘Primavera Árabe’ no solo se ha desvanecido, sino que muchos de los ciudadanos que creyeron en un cambio añoran los gobiernos que cayeron tras las revueltas.
Por Luis Rivas* - Todos los reportajes y encuestas realizadas en Túnez, el primer foco de las protestas, reflejan, una década después, la desilusión y la amargura de una gran parte de la población, que no duda en reconocer que durante el mandato de Zine el-Abidine Ben Ali su situación económica era mejor, su vida más tranquila, y su futuro menos incierto.
Túnez es, sin embargo, el único país donde las exigencias de una parte de la ciudadanía obtuvieron algún fruto, aunque la fuerza del islamismo político paralice todavía avances sociales, como la plena igualdad entre mujeres y hombres.
Siempre hay que recordar, por otra parte, que este país era, entre sus vecinos árabes, el más ‘progresista’ en ese terreno, gracias a la política de Habib Burguiba, presidente desde 1957 a 1987.
La inmolación por fuego del vendedor ambulante Mohamed Buazizi fue interpretada por muchos en Europa como una llamada desesperada a una democracia tipo occidental, cuando en realidad se trataba de un grito contra la humillación, contra el trato autoritario y el menosprecio de un ciudadano por quienes se arrogan la autoridad de cualquier tipo - Leer texto completo