El pueblo colombiano conoce muy bien a la clase dominante del país, y es así como el actual movimiento social tiene presente el abultado historial de incumplimientos y de perfidia del Estado frente a los acuerdos que ha alcanzado con diversas fuerzas sociales.
Conoce también de la responsabilidad gubernamental por acción u omisión en el genocidio contra los líderes sociales, y de la política de impunidad frente a las masacres que sufre el país mucho antes del 28 de abril.
Por eso no debe extrañar que el actual movimiento social haya elegido la ruta de la transformación profunda de los contenidos económicos, sociales y políticos que subyacen a las reformas neoliberales, ya que aunque la reforma tributaria pudo haber sido un motivo detonante del actual levantamiento, no es su causa, y claramente no es este un movimiento reformista, y ahí, reside precisamente su fuerza transformadora.
El poder del pueblo se legitima en el hecho mismo del incremento de su coherencia y amplitud, en lo que recupera y que le había sido arrebatado también gana en autoridad, contrario a lo que sucede con el autoritarismo confeso del Estado neoliberal colombiano, que ahonda y acelera su deslegitimación, abismo que intenta cruzar con el aumento de su ya tradicional terrorismo estatal, e imponiendo una asistencia militar que no sólo se observa en las calles sino también en la ejecución escalonada de una ocupación militar de las instituciones del Estado.
Oficializada el 28 de mayo por Iván Duque en Cali, después que el Centro Democrático expresara la necesidad de un “despliegue total de la fuerza militar y de policía para recuperar el orden en Colombia”, lo anterior a su vez fue precedido por la solicitud en tono de precepto al gobierno nacional, que expresaran los principales gremios empresariales en el sentido de activar el “Ejercicio legítimo de la fuerza y de la acción penal”.
Con la brutal agresión gubernamental contra la ciudadanía movilizada, que ha significado una represión policial y para-estatal contra decenas de colombianos desarmados, lo cual arroja un saldo de por lo menos 81 muertos, más de 300 desaparecidos y 1.248 heridos; la decadente burguesía colombiana ha iniciado simultáneamente una ofensiva diplomática - Leer màs