El nuevo rostro de EEUU - Baltimore es esa ciudad a la que el presidente Trump, en uno de sus frecuentes exabruptos racistas, calificó de “desastre asqueroso infestado de ratas”. Prisionera de la violencia policial, de la pérdida de industrias, llena de edificios destruidos por la pobreza, agobiada por el abandono escolar, por el miedo, la corrupción, la tristeza y las drogas, Baltimore se desangra, aunque los ricos se resguardan en sus barrios exclusivos.
Es una de las ciudades más violentas de EEUU, donde es raro el día en que alguien no muere a balazos en las calles, porque junto a la fortuna de quienes viven confortablemente en los círculos de la prosperidad americana, en muchas ciudades sigue creciendo el cáncer de la desigualdad, la pobreza y la marginación, como en Baltimore, esa urbe portuaria a apenas sesenta kilómetros de Washington.
La creciente inestabilidad política, la persistente violencia, la crisis económica y los estragos de la pandemia, junto al fortalecimiento de la extrema derecha, que llegó a asaltar el Capitolio, dibujan el nuevo rostro de EEUU.
Y la tensión aumenta. En 2020, los estadounidenses compraron veintitrés millones de armas, y murieron por disparos más de 41.000 personas: cada día, 110 ciudadanos cayeron a balazos, regando con su sangre el asfalto. Solo en enero de 2021, se vendieron más de dos millones de armas de fuego en el país.
Denunciando anticipadamente un fraude, Trump había anunciado que no aceptaría la victoria de Biden y del Partido Demócrata, pero meses antes Clinton y Pelosi habían afirmado lo mismo con relación a Trump.