Las privatizaciones, la desregulación laboral y la eliminación de controles del Estado que tanto han deteriorado las condiciones de vida de los trabajadores, han hecho también la fortuna de muchas empresas de mercenarios.
Los gobiernos neoliberales (EEUU y otros aliados de la OTAN, además de Arabia e Israel), que han hecho uso constante de las operaciones secretas, del recurso a empresas fantasma y paraísos fiscales, violando el derecho internacional y utilizando los mecanismos de la corrupción, enrolando a mercenarios y ex militares de distintos países para operaciones terroristas ocasionales, han privatizado también una parte de sus dispositivos militares.
Washington incluso ha creado un entramado secreto para actuar en todo el mundo, violando su propia legislación.
En mayo de 2021, el semanario Newsweek publicó una información, firmada por William M. Arkin, que daba cuenta de la dimensión de las unidades secretas que mantiene el ejército estadounidense y que se ha ocultado al Congreso violando la ley y las Convenciones de Ginebra.
Se basaba en una investigación que ha durado dos años: según esas revelaciones, el Pentágono ha organizado en la última década fuerzas secretas que cuentan con unos 60.000 miembros entre soldados, civiles y mercenarios en un programa denominado Signature Reduction.
Participan en él más de cien empresas y decenas de organizaciones gubernamentales también secretas.