x Andrès Kogan Valderrama (lahaine.org) - A propósito de una nueva celebración del Día Mundial de la Tierra este 22 de abril, resulta llamativa la retórica de buena parte de los gobernantes en el mundo,
centrada en una guerra declarada contra el Covid-19, como si fuera un enemigo poderoso a vencer desde los distintos Estados, en un especie de nuevo Leviatán Sanitario, el cual se ha dedicado a instalar la idea de la aparición de un ser implacable y criminal que solo quiere asesinar a seres humanos.
Un discurso bélico contra este nuevo virus que no hace más que reactualizar la guerra contra la Gran Madre Tierra, iniciada hace miles de años atrás con la aparición del patriarcado, en donde su conquista fue el horizonte a seguir, dentro de un proceso que se irá profundizando con el tiempo, hasta llegar a un momento actual en donde las condiciones mínimas para la reproducción de la vida se encuentran en peligro.
En consecuencia, un proceso histórico, el cual según distintas investigaciones arqueológicas, tendrá a La Venus de Willendorf, aparecida hace 25.000 años atrás, como el ícono que mejor representa a la Gran Madre Tierra del período paleolítico, la cual no se percibirá como un ser omnipotente, dominador y trascendente, como es representado el Dios creador por las religiones patriarcales existentes.
Por el contrario, las distintas Venus serán un ser inmanente, el cual se caracterizará por ser la engendradora de vida en un mundo nómade y conectada con los ciclos vitales.
De ahí que las grandes deidades de vida posteriores hayan derivado de esa primera Gran Madre Tierra, llevando diferentes nombres por distintos pueblos, como la Pachamama, Gaia, Tiamet, Ishtar, Inanna, Astarte, Ñuque Mapu, Ixchel, Coaylicue, Nuna, Maka Ina, Kokyang Wuthi, entre muchas otras denominaciones históricas - Leer màs