Cuando hace 11 años el terremoto pulverizó a Haití, junto con miles de casas –y más de 200 mil víctimas– cayó, como un castillo de naipes, todo el Estado haitiano.
Literalmente. Todas las sedes de los ministerios –junto con el emblemático Palacio Presidencial– quedaron en ruinas, salvo una. Más allá de lo anecdótico, la verdad es que el mundo nunca estuvo interesado en que en Haití existiera un organismo estatal fuerte. Sólo un servil centro colonial.
Por eso desde hace décadas –ya cuando finalmente se aceptó la sola existencia de este país– se privilegiaba la ayuda internacional canalizada por fuera del Estado mediante el incontable número de organismos internacionales y Oenegés. Así, éstas, al ir suplantando las funciones que correspondían al Estado, lo minaban aún más.
Y cuando se le daba el dinero a los gobiernos útiles –para el desarrollo, para la infraestructura, etcétera– como el de Jean-Claude Baby Doc Duvalier (1971-1986) o los de los neo-duvalieristas, como Michel Sweet Micky Martelly (2011-2016) y el recientemente asesinado Jovenel The Banana Man Moïse (enlace), el mundo cerraba los ojos cuando éstos se forraban los bolsillos.
Cuando hablé hace unos años de esto con Alex Dupuy, el sociólogo haitiano, autor de un estudio denominado Haiti and the world economy, the fault of the Haitian underdevelopment [Haití y la economía mundial, la falla del subdesarrollo haitiano], éste apuntaba a razones estructurales del subdesarrollo:
“no es que ‘el mundo le haya dado la espalda al país’; todo lo contrario: la pobreza haitiana es consecuencia directa de los intereses de los imperios –Francia, EEUU– y de los perversos vínculos con los mercados internacionales: desde la colonia hasta la desregulación neoliberal”.
Durante esta última, iniciada por Baby Doc, se alentó p.ej. la emigración masiva del campo a las ciudades, para proporcionarles a las maquiladoras mano de obra barata, la misma solución que fue ofrecida después del terremoto de 2010.
Se forzó la privatización de casi todas las áreas de la economía y la esfera social, junto con la abolición de aranceles, algo que ató a Haití completamente a la importación de granos desde EEUU - Leer màs