La Europa de los 27 ha perdido su autonomía en política exterior. Tampoco tiene mucho margen de maniobra, si nos referimos a las propias de la seguridad geoestratégica y militar.
Sus órganos, como el Parlamento, el Consejo, la Comisión y el Servicio Europeo de Acción Exterior, han decidido plegarse a EEUU cuando de América Latina (AL) se habla.
Con esta decisión, Europa ha perdido la oportunidad de convertirse en actor internacional con voz propia, yendo a rebufo de las políticas diseñadas por el
La Europa de los 27 ha perdido su autonomía en política exterior. Tampoco tiene mucho margen de maniobra, si nos referimos a las propias de la seguridad geoestratégica y militar. Sus órganos, como el Parlamento, el Consejo, la Comisión y el Servicio Europeo de Acción Exterior, han decidido plegarse a EEUU cuando de América Latina (AL) se habla.
Con esta decisión, Europa ha perdido la oportunidad de convertirse en actor internacional con voz propia, yendo a rebufo de las políticas diseñadas por el Departamento de Estado, el Pentágono y la Casa Blanca.
Da igual que sus estados miembros tengan gobiernos socialdemócratas, conservadores, liberales o en coalición, las decisiones siempre caen del mismo lado de la balanza: rechazo y cuestionamiento de los proyectos emancipadores y antimperialistas nacidos en AL. En esta lógica, dos han sido los países por excelencia donde la Unión Europea (UE) ha centrado sus políticas injerencistas: Cuba y Venezuela.
Sin embargo, resulta curioso ver cómo avalan golpes de Estado y justifican gobiernos espurios, como sucedió con Honduras, Paraguay o Bolivia.Departamento de Estado, el Pentágono y la Casa Blanca.
Da igual que sus estados miembros tengan gobiernos socialdemócratas, conservadores, liberales o en coalición, las decisiones siempre caen del mismo lado de la balanza: rechazo y cuestionamiento de los proyectos emancipadores y antimperialistas nacidos en AL.
En esta lógica, dos han sido los países por excelencia donde la Unión Europea (UE) ha centrado sus políticas injerencistas: Cuba y Venezuela.
Sin embargo, resulta curioso ver cómo avalan golpes de Estado y justifican gobiernos espurios, como sucedió con Honduras, Paraguay o Bolivia.