x Insurrecciòn - ELN (lahaine.org) - Amnistía viene de Amnesia que significa olvidar, la insurgencia
revolucionaria no pide olvidar las razones de su alzamiento en armas,
por el contrario cultiva la memoria histórica y reivindica junto a
muchos que no debe haber ni perdón ni olvido para crímenes contra el
pueblo y la humanidad.
Debe recogerse el concepto de Amnistía que se desarrolló en siglos
pasados y hasta hace unas décadas considerando la naturaleza de los
delitos políticos, es decir las acciones altruistas contra el orden
injusto existente,
motivadas por la transformación y el mejoramiento de
una sociedad hacia el avance de derechos, cometidas por grupos armados
de oposición contra el Estado y las élites; con esta Amnistía un Estado
olvidaba parcialmente los delitos políticos y dejaba de aplicar penas
por esas acciones político-militares cometidas por organizaciones
insurrectas (...)
(...) Reproducida en los charcos de sangre tras las matanzas y
descuartizamientos de La Violencia desde 1946 y tras el magnicidio de
Gaitán en 1948, las clases dominantes se acostumbraron a la impunidad,
de esta forma cerró esa etapa de crueldad y abrió otra en 1956-1957 con
el Frente Nacional al pactar que los jerarcas de los partidos
responsables de esa carnicería serían intocables y que no habría
justicia.
Es lo que acaba de hacer Álvaro Uribe y sus vástagos, así como una parte todavía muy poderosa de la más rancia derecha, que proponen lo que necesitan, que sus crímenes caigan en el olvido pues saben que ya la evidencia es abultada y piden por eso que haya “borrón y cuenta nueva”, con lo que abren un debate en el cual políticos de centro consideran que sí debe pensarse una iniciativa que genere un ambiente de reconciliación.
Hay que recordar que la propuesta de Uribe es inviable no sólo por prohibición constitucional sino por vigencia de Tratados Internacionales como el que incorpora el ya mencionado Estatuto de Roma; para hacerla viable el régimen tendría que hacer cambios de fondo en sus normas constitucionales y legales y renunciar a ser parte de esos pactos interestatales (...)En Colombia con la asesoría gringa y europea no sólo en la doctrina
militar y policial sino en la gemela doctrina jurídica, a comienzos de
los años ochenta el Estado dejó de exponerse a perder credibilidad en
juicios políticos realizados por militares (Consejos de Guerra) y se
fijó un primer objetivo retorcido:
la deformación o destrucción del
concepto histórico del delito político, como delito complejo y con
conexidades llamándolo preferentemente terrorismo, para desacreditar ya
no caso por caso sino sistemática y normativamente a los guerrilleros,
tildándoles de enemigos irracionales de la sociedad - Leer màs