"Al fin y al cabo, la pobreza es una cuestión de lucha de clases".
La abuela He nació tres años después de la Revolución China en una aldea pobre de la provincia de Guizhou, en el suroeste de China. En ese momento, el país era el 11º más pobre del mundo, es decir, sólo ocho naciones africanas y dos asiáticas tenían un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita inferior.
Un "siglo de humillación" a manos del imperialismo europeo y japonés y una sangrienta guerra civil habían transformado la mayor economía del mundo a principios del siglo XIX en una de las más pobres cuando se estableció la República Popular China (RPC) en 1949.
Esa historia dejó marcas devastadoras en la vida de las personas, especialmente la de las mujeres campesinas.
Cuando nació la abuela He, su esperanza de vida era de 35 años. Probablemente la someterían al matrimonio cuando fuera niña y nunca llegaría a saber leer y escribir.
Sin embargo, en el camino vio duplicar su propia esperanza de vida, la alfabetización de las mujeres pasó de menos del 10% a más del 95% y se desmantelaron las tradiciones feudales patriarcales.
Una de las primeras leyes promulgadas en la RPC fue la Ley de Matrimonio, de 1950, que prohibía las prácticas matrimoniales con niñas y las uniones no registradas, prohibía la poligamia de los hombres y permitía el divorcio.
Según un análisis de la publicación The Lancet, que investigó los 70 años de salud de las mujeres en China, "afirmaciones como 'las mujeres sostienen la mitad del cielo' y 'los niños son el futuro y la esperanza de nuestra madre patria' no son sólo recursos retóricos, sino que se han puesto en práctica sistemáticamente".