x Claudio Katz (lahaine.org) - En Egipto se demostró que los avances democráticos exigen confrontar con la subordinación a Washington - Túnez y Libia confirmaron esa regla
Las derrotas afrontadas por EEUU no implican victorias antiimperialistas. Los yihadistas son la contracara de ese anhelo.
En Afganistán triunfaron los retrógrados talibanes, en Irak gobierna una represiva administración teocrática, en Libia prevalece el reparto del botín y en Siria los occidentales aplastaron la esperanza democrática.
Las batallas antiimperialistas han sido desviadas hacia confrontaciones de supuesto sesgo inter-religiosas y el proyecto progresista panárabe ha quedado sustituido por el ensueño fundamentalista del Califato.
En Egipto se demostró que los avances democráticos exigen confrontar con la subordinación a Washington. La excepcionalidad de Túnez y la fractura de Libia confirmaron esa regla.
La primavera árabe fue un hito de rebeldía, pero su divorcio de planteos anti-imperialistas facilitó su aplastamiento. La nueva oleada plantea superar las fracturas confesionales.
Las demandas nacionales pueden apuntalar luchas soberanas o servir a
la balcanización. Los kurdos afrontan ese dilema. Las batallas por la
democracia y la autodeterminación nacional enlazan con el
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