miércoles, 24 de marzo de 2021

Colombia: Estado, violencia y protesta

x Miguel Àngel Beltràn V, Luisa Natalia Caruso (lahaine.org) - En contraste con las falaces imágenes creadas por las élites y alimentadas por los medios de comunicación hegemónicos, Colombia es hoy un país al borde del estallido social

Con crudas cifras de desigualdad, pobreza, desempleo y asesinatos políticos.

En el marco de la pandemia, las decisiones de Iván Duque, actual presidente de Colombia, se han caracterizado por una profundización de la agenda neoliberal que ya traía antes de la crisis sanitaria. 

Meses antes de que se declarara la «emergencia económica, social y ecológica», sus medidas habían ocasionado el creciente inconformismo de una gran parte de la población. 

Dicho inconformismo tuvo su punto más álgido en las masivas acciones de protesta protagonizadas por múltiples sectores sociales y políticos, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, que dieron forma al paro nacional del 21 noviembre de 2019.

Si bien la cuarentena, forzada por los riesgos de contagio, trajo un inicial reflujo de las movilizaciones, muy rápidamente dichos sectores se reactivaron y nuevamente salieron a las calles para reclamar soluciones urgentes a la crisis, ahora profundizada por la situación sanitaria. 

Estas protestas, aunque sin alcanzar una completa articulación, cuentan con un importante potencial de incidencia para futuros cambios. 

Las jornadas del 9 y 10 de septiembre en rechazo a la brutalidad policial, la movilización de la Minga por la vida, el territorio y la Paz de los pueblos indígenas, afros y campesinos hacia la capital y la realización de un paro nacional el pasado 21 de octubre forman parte del mismo ciclo de movilizaciones.

Un Estado que siembra terror y miedo - El Estado colombiano, que ha representado históricamente los intereses de una clase dirigente subordinada a las políticas intervencionistas de los EEUU y al modelo desarrollista extractivista, pese a tener una escasa legitimidad y legalidad, 

ha logrado proyectar ante la comunidad internacional una imagen «institucionalidad democrática» alimentada en base a mitos (como el ser una de las naciones del continente que cuenta con la democracia más antigua y sostenida en la región). 

De acuerdo con esta narrativa oficial, mientras en otros países de América Latina y el Caribe se generalizaron las dictaduras militares, en Colombia se sentaron las bases para consolidar la paz a través de un acuerdo bipartidista que garantizó la permanencia de las instituciones democráticas (Giraldo; 2015) - Leer màs