El filósofo húngaro Istvan Meszaros (enlace) abordó, a lo largo de su vida intelectual, el conjunto de dificultades que entraña la transición al socialismo. El socialismo no sólo debía "negar el metabolismo social del capital", sino que estaba obligado a constituirse en una "alternativa positiva".
Constituir entonces "el metabolismo social" de la reproducción ampliada del socialismo. Para ello es necesario tener un correcto diagnóstico histórico-social de los rasgos estructurales históricos y actuales del capitalismo.
En primer lugar, las "tendencias destructivas" inherentes a la reproducción del capital no son un efecto aislado o externo, son un componente de su reproducción.
El "desarrollo con carácter expansivo" no es un fenómeno general y totalizante, y si uno lo analiza de forma global está restringido y acotado a zonas muy específicas.
Una primera ilusión a cuestionar, es la de pensar el "desarrollo" como algo inherente a la acumulación de capital.
Lo habitualmente llamamos el "tercer mundo" en realidad es la representación de la necesidad de los centros del capitalismo de tener extensas zonas de subordinación - en varias regiones- de la esfera del trabajo, a disposición de su tasa de acumulación.
El lugar que ocupan Cuba o cualquier país de América Latina dentro de esa "división internacional del trabajo" está sobredeterminado, con independencia de si Cuba o cualquier otro país desearan y decidieran o no un proyecto socialista.