La corriente principal en economía pugna a favor del “mercado” y en contra del “Estado”, lo que forma parte de un discurso ideológico que enaltece uno de los términos y denigra el otro.
Siempre sostuvimos que ambas categorías constituyen relaciones sociales y, por ende, en cada caso siempre existen beneficiarios y perjudicados.
El “mercado” supone vendedores y compradores. Aquellos pretenden el máximo precio en la relación de intercambio y, éstos, el menor precio posible. La relación de intercambio es contradictoria, por lo tanto, dejar actuar al “mercado” supone definir a favor del mejor posicionado en la relación bilateral.
Ocurre lo mismo con la “intervención estatal”.
Durante el régimen de Macri (2015-2019), se actualizaron las tarifas a valores exorbitantes, favoreciendo la demanda de ingresos de las empresas que gestionan los servicios públicos privatizados. Cuando el Estado define actualizaciones de jubilados y jubiladas por debajo de la inflación, favorece el ajuste público demandado por el poder.
La política pública no es autónoma de beneficiarios y perjudicados. Por eso es que debemos discutir la orientación hacia el “mercado” o hacia el “estado” desde el punto de vista de quienes se benefician y quienes se perjudican.