x Gabriel Rockhill [lahaine.org] - La construcción ideológica de falsos antagonismos entre el liberalismo y el fascismo sirve para diversos propósitos dentro del campo capitalista
Los intelectuales tienden un velo sobre el carácter dictatorial de la democracia burguesa al presentarla como el absoluto opuesto del fascismo y no como otra fase natural del mismo en el que la dictadura burguesa se revela de modo más abierto” - Bertolt Brecht
Una y otra vez oímos que el liberalismo es el último bastión contra el fascismo, pues representa una defensa del Estado de derecho y de la democracia frente al intento aberrante y malévolo de los demagogos que pretenden destruir un sistema totalmente perfecto en beneficio propio.
Esta aparente oposición ha arraigado profundamente en las llamadas democracias liberales occidentales gracias al mito de su origen compartido.
Por ejemplo, todo escolar de EEUU ha aprendido que el liberalismo derrotó al fascismo en la Segunda Guerra Mundial y que hizo retroceder a la bestia nazi para establecer un nuevo orden internacional construido sobre sólidos principios democráticos que –a pesar de sus potenciales fallos y errores– son antitéticos al fascismo.
Este marco de relaciones entre liberalismo y fascismo no solo les presenta como completamente opuestos sino que además define la propia esencia de la lucha contra el fascismo como la batalla por el liberalismo.
De este modo forja un antagonismo ideológico falso. Porque fascismo y liberalismo comparten su innegable devoción al orden mundial capitalista.
Aunque sea preferible el guante de terciopelo del gobierno
hegemónico y consensual y el fascismo sea más proclive a aplicar sin
reparos el puño de hierro de la violencia represiva, ambos pretenden
mantener y desarrollar las relaciones sociales capitalistas, y han
cooperado a lo largo de la historia moderna para lograrlo - Leer texto completo