Pocos elementos de la transformación posterior a 1989 en Bulgaria fueron un resultado de una política democrática popular, siendo gran parte de aquella fruto del giro mundial hacia la globalización neoliberal.
En algunas explicaciones populares que circulan en el país, los cambios políticos ni siquiera fueron revolucionarios: para mucha gente, el periodo no fue más que una adaptación político-económica y un blindaje de las antiguas élites, una explicación que ha mantenido vivo un anticomunismo persistente y a menudo visceral a pesar de que el régimen socialista de Estado desapareció hace 30 años.
Si las narrativas políticas, mediáticas y populares en el país discrepan en torno a la cuestión de si los cambios han traído demasiado o demasiado poco capitalismo, o no el tipo adecuado de capitalismo (sino más bien una versión balcanizada, defectuosa), hay un consenso amplio en que la transformación no ha cumplido su promesa de prosperidad.
Treinta
años de reformas aplicadas en Bulgaria –a menudo caóticas y
experimentales en la práctica, pero coherentes con su lógica neoliberal–
han comportado efectivamente un periodo de políticas de austeridad
estrictas, resueltas a dar vía libre a los negocios - Leer texto completo